miércoles, 30 de agosto de 2023

Llego con tres heridas, de Violeta Gil

Llego con tres heridas es uno de los libros que pidió Celia como regalo en las pasadas navidades. Violeta Gil era una completa desconocida para mí, pero me llamó la atención esta adaptación del verso de Miguel Hernández en el título.

Igual que en Memoria de una chica, la escritura nace de la experiencia vital de la autora. Algo hay en el pasado a lo que es necesario volver.

Muy acertado me parece el artículo de Carlos Pardo "La escritura como hogar secreto", publicado en Babelia el 14 de enero de 2023.

La experiencia vital marcada por las relaciones familiares, la muerte temprana del padre y una ruptura amorosa son abordadas por la autora en esta historia de reconstrucción en la que lo que más me ha gustado es el ejercicio literario, que queda al descubierto, con un estilo impecable, cercano, sencillo y trabajado, que da gusto leer.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Memoria de una chica, de Annie Ernaux

Sigo con lecturas de verano de autoras recomendadas por Celia. Esta vez es un libro de la francesa Annie Ernaux, premio Nobel de Literatura 2022.

En Memoria de chica (2016), la autora-narradora, retrocede al verano de 1958 para explorar la realidad vivida por la chica de dieciocho años que ella fue.

Fue un verano sin particulariedad metereológica, el del retorno del general    De Gaulle, el del franco nuevo y una nueva República, el de Pelé campeón del mundo de fútbol, de Charly Gaul vencedor del Tour de Francia y de la canción de Dalida 
Mon histoire c´est l´histoire d´un amour (Mi historia es la historia de un amor).Un verano inmenso como lo son todos hasta los veinicinco años, antes de acortarse en veranillos cada vez más rápidos cuyo orden confunde la memoria, dejando que subsistan solo los veranos de sequía y canícula.
El verano de 1958. 


Cincuenta años después, la autora repasa el diario de aquel momento en el que, siendo monitora en una colonia de verano,  vivió sus primeras experiencias sexuales. Relee las notas y trata de entender, desde la mujer adulta qua ya es, a aquella chica, sus deseos, sus inseguridades, sus vergüenzas, sus frustraciones..., en una continua reflexión entre pasado y presente.

Así termina:

El recuerdo de lo que he escrito va borrándose. No sé qué es este texto. Hasta lo que perseguía al escribir el libro se ha disuelto. He encontrado entre mis papeles una especie de nota de intenciones: Explorar el abismo entre la espantosa realidad de lo que ocurre, en el momento en que ocurre y la extraña realidad que reviste, años después, lo que ha ocurrido.

Una lectura muy interesante. 

viernes, 28 de julio de 2023

La chica de seda artificial, de Irmgard Keun

Para el viaje de este verano a Berlín, Celia me recomendó esta novela breve de una autora totalmente desconocida para mí. 

En La chica de seda artificial, Doris, una joven de una ciudad alemana que lleva una vida gris pero sueña con ser una estrella,  escribe en su libreta sus vivencias, sus sueños y sus reflexiones.

La obra se divide en tres partes: "Finales de verano, una ciudad de provincias",  "Finales de otoño, una gran ciudad" y "Un largo invierno, una sala de espera". 

La primera me la leí en el avión desde Oporto hasta Berlín. Es la segunda vez que logro leer durante un vuelo (la otra fue yendo a París con una novela que luego no conseguí terminar); pero, en esta ocasión, llegué casi a olvidar dónde estaba y ni siquiera fui consultando cada diez minutos el reloj (instando al tiempo de vuelo a pasar más rápido). La historia de Doris me cautivó.

La segunda parte la dejé para el viaje de vuelta. Igual que con la anterior, logré abstraerme totalmente del vuelo. La gran ciudad en la que transcurre esta parte (y la última) es Berlín, y aunque la novela está ambientada en los primeros años 30 del siglo pasado, me encantó reconocer los lugares por los que transitaba la protagonista. Un gran acierto de Celia recomendarme esta lectura para este momento.

La última parte la acabo de terminar ya en casa y no de un tirón. Una pena porque creo que se disfruta más con un tiempo largo de lectura continuada.

Me gustó mucho el estilo de la autora: sencillo, directo y poético a la vez. Siempre que leo traducciones me queda la duda de cuánto de fiel es el texto al original, de cuánto del estilo he de atribuir a la autora y cuánto a la traductora. Quiero suponer que Rosa Pilar Blanco refleja lo más fielmente posible el estilo de Irmgard Keun. 

Como es mi costumbre, copio un fragmento.
"Veo salas de espera y mesas. Me siento allí. No me apetece empeñar mi marta cibelina, de ninguna manera. Tampoco tengo papeles. Tilli conocía a una dispuesta a comprarla. Pero yo me niego. A veces se me cae la cabeza encima del tablero de puro cansancio. Escribo porque mi mano desea hacer algo y mi cuaderno con las páginas blancas y las líneas está dispuesto a acoger mis pensamientos y mi fatiga y ser una cama en la que reposen mis letras, con lo que al menos una parte de mí tiene un lugar para descansar."

miércoles, 12 de julio de 2023

Maddi y las fronteras, de Edurne Portela

Me habían dicho que Edurne Portela escribía bien, por eso, cuando vi en la biblioteca del instituto que se había comprado Maddi y las fronteras, me decidí a traérmela para el verano. 
En la novela, la autora adopta la primera persona narrativa para reconstruir la historia de María Josefa Sansberro, Maddi, quien después de divorciarse, regentó un hotel  en la frontera entre Francia y España en la década de los 30 del siglo pasado.
La documentación sobre esta mujer le fue entregada a Edurne Portela para que contase la historia, y ella, completando lo que faltaba con su imaginación, tomó la decisión de ponerse en el lugar de la protagonista y apropiarse de su voz, tal y como explica en el epílogo.
En el Preludio, la Maddi de Edurne Portela se dirige a la autora desde el campo de concentración de Sachsenhausen, en 1944: 
"Intentas entenderme, completar mi biografía, imaginar este final. Rellenar todos los vacíos, esclarecer las incógnitas que te suscitan mi vida y que hoy por fin se acabará (...) Serás responsable de la memoria que de mí quede en aquellos que abran estas páginas. No inventes demasiado. No imagines demasiado. Demasiado nunca será suficiente".
Y, al final del epílogo, es la autora quien le habla a María Josefa Sansberro (y a su prima Marie Jeanne):
Me sonríes y yo a vosotras, extiendo la mano y acaricio también a Zuri. Os pido disculpas, por si acaso he escrito algo que no os haya gustado, y yo soy quien os saca la foto, quien os fija en este libro al que ahora pongo punto y final.
Además de confirmar lo que me habían dicho sobre eso estilo de su autora, Maddi y las fronteras me parece una magnífica novela. Que esté basada en la vida de una mujer real es interesante, pero no lo fundamental para mí (sabemos mucho sobre lo terrible de esa época, aunque actualmente parece que algunos quieren blanquearlo).
Me parece un acierto la narración fragmentada, con continuas elipsis, con la alternacia de fragmentos narrativos, algunos con muchos diálogos, con otros reflexivos y secuencias en segunda persona dirigidas a ese Dios insensible al dolor humano que recuerdan a algunos textos de la poesía desarraigada (de Dámaso Alonso o Blas de Otero, por ejemplo). 
Dicen que no es lo mejor que ha escrito Edurne Portela, así que voy a leer alguna de sus novelas anteriores, porque me parece una autora interesante.

martes, 27 de junio de 2023

Primera sangre, de Amélie Nothomb


Me llevan ante el pelotón de fusilamiento. El tiempo se estira, cada segundo dura un siglo más que el anterior. Tengo veintiocho años.

Así comienza esta novela de Amélie Nothomb, nacida en Japón, de ascendencia belga y residente en París; autora de éxito de la que no había leído nada.

Amélie Nothomb reconstruye en Primera sangre la historia de su padre, que aparece como  narrador en primera persona.

Los doce hombres me apuntan. ¿Veo pasar mi vida ante mí? Lo único que experimento es una revolución extraordinaria: estoy vivo. Cada momento es divisible hasta el infinito, la muerte no podrá alcanzarme, me sumerjo en el núcleo duro del presente.

A partir de aquí, con una gran analepsis, nos trasladamos desde Congo de 1964 hasta la Bélgica de 1939. Nos adentramos en  los recuerdos de una vida interesante, divertida y tierna: relaciones familiares, primeros amores, primeras lecturas, amigos, estudios,  boda...; hasta llegar al momento del inicio de la novela, que no pudo dejar de recordarme (salvando todas las distancias) al principio de Cien años de soledad).

Por ponerle un pero, creo que el último capítulo se hace un poco largo, un poco descompensado con el resto de la narración; aunque puedo comprender su interés histórico.

Y como curiosidad personal, entiendo la frustración del protagonista ante su incontrolable hemofobia. Pero todo se cura (o casi todo).

Lectura fácil y recomendable para empezar el verano.


viernes, 9 de junio de 2023

Un amor, de Sara Mesa

Había leído muy buenas críticas de esta novela, por lo que la tenía entre mis lecturas pendientes desde el verano pasado. En mi última visita a la biblioteca, para devolver El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, me encontré con ella en el expositor de recomendaciones, así que me la traje a casa.


La leí casi de un tirón, pero me gustó poco.

En una novela bien escrita, pero poco más. Toda la historia me parece inverosímil e incluso absurda, los personajes poco desarrollados y nada creíbles; para mí es imposible empatizar con la protagonista ni sentir nada hacia ninguno de los demás. La atmosfera, que se pretende asfixiante, me deja fría. En ningún momento entré en la novela.

Además, aunque parece que pretende ser un poco transgresora, yo creo que está llena de tópicos. En ningún momento me inquieta ni me sorprende.

En resumen, es una novela corta que poco o nada me aportó. 



sábado, 20 de mayo de 2023

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

Una vez más, fue mi hija Celia la que me recomendó este libro. "Puede que os valga para vuestro club de lectura de profes", me dijo. Luego, mi amigo Carlos me dijo que él lo había cogido en la biblioteca sólo (aquí la coma es totalmente pertinente) porque le había atraído el título, y que le había gustado. 

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es una novela de la escritora moldava Tatiana Tîbuleac, publicada por Impedimenta, con traducción de Marian Ochoa de Eribe. Una historia muy dura y muy tierna a la vez: un hijo que acompaña a su madre en el último verano de ella, el verano de los últimos reproches y de la definitiva reconciliación. 

La temática es dura, muy dura. Ella se va a morir de cáncer; él, un chico. con graves  problemas psicológicos, había planeado ir a Amsterdam. Ella le pide que la acompañe; él lo hace. El narrador de la historia es el propio chico, ya adulto, convertido en un famoso y excéntrico pintor, que escribe una historia de curación y homenaje.

La novela se estructura en 77 breves secuencias, algunas de tan solo un par de líneas. El estilo acompaña perfectamente a la historia: duro, desgarrada e inmensamente poético (juzgo al estilo de la autora teniendo en cuenta que es una traducción, evidentemente). Así empieza la novela: 

Aquella mañana en la que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta de la escuela como una pordiosera. La habría matado con medio pensamiento. Junto a mí, silenciosos y asustados, desfilaban los padres. Un triste atajo de perlas falsas y corbatas baratas, venido a recoger a sus hijos defectuosos, escondidos a los ojos de la gente. Al menos ellos se habían tomado la molestia de subir. A mi madre yo no le importaba un pimiento, al igual que el hecho de que hubiera conseguido terminar mis estudios.

Una novela que merece la pena leer.